martes, 17 de enero de 2017

El monólogo teatral

El monólogo teatral, también llamado en ocasiones soliloquio, es uno de los recursos teatrales más utilizadas desde el comienzo de los tiempos. En la antigua grecia, los protagonistas de las tragedias ya gozaban con estos momentos de conexión entre ellos y el público.

¿Por qué decimos que es un momento de conexión? El solista adquiere, en todo momento, el protagonismo de la escena. Todo el público escucha lo que dice y presta atención al parlamento. En éste, el personaje desarrolla una narrativa, un sentimiento o ideas de tal manera que las pone en bandeja al público.

Existen muchos tipos de monólogos teatrales, desde los que son dramáticos, a los interiores, los stand-ups y, sobre todo, los que más nos interesan en la obra de Enriqueta sí, Enriqueta no: El monólogo cómico.

El monólogo cómico no tiene que ser necesariamente sobreactuado, ni discreto; tampoco debe de ser de una manera o de otra: Tan solo debe de tener la intención de provocar la risa.




 Para ello, hay factores con los que poder jugar:

El personaje: ¿Quién es tu personaje? ¿Le pega lo que vas a hacer o no? ¿Hace comedia lo que haces?

  • El ritmo con el que lo decimos: Dependiendo de cómo sea la escena, se puede jugar con el ritmo. Si yo narro un día de mi vida haré algo lento-rápido-lento, lo primero para decir que me levanto lentamente, durante el día tengo mucha actividad y a la noche acabo reventado. También puede ser acumulativo, poco a poco ganar ritmo hasta explotar. O tener un ritmo cómicamente monótono. Depende de tu personaje y de ti.
  • El tono con el que lo decimos. Este es un factor que se nos suele olvidar. Jugar con cómo decimos las frases (los acentos, la musicalidad de las frases, los puntos, exclamaciones, interrogaciones y tipos de ambas) es importante en nuestra vida en general. No podemos pensar que estamos emocionados por algo si hablamos como el robot de Loquendo, o no podemos dar la sensación de indignación si nos ponemos a hablar felices y pausados. 
  • Recalcar las partes importantes. Esto es imprescindible a la hora de realizar cualquier discurso en alto: ¿Qué estás diciendo que tenga cierta importacia? ¿Lo estás dejando claro? Cuanto más evidente y a tiempo sea una broma, más gracia hará.
  • Adquirir complicidad con el público (desbarrar e improvisar si es necesario). Como vemos en el vídeo con Daniel Ravinovich o Lina Morgan, estos monólogos tienen momentos en los que hacen guiños, chistes y bromas hacia el público. Aprovecharlo es una herramienta que puedes tener también. Y con desbarrar me refiero a soltar una "retahila" de momentos, experiencias y diálogos que hacen que el espectador se ría de la confusión. Ojo, solo en momentos que no aportan a la trama. En estos, hay que dejar las cosas claras.


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