jueves, 25 de octubre de 2018

Bernarda no se llamaba Bernarda

La obra que se va a representar el curso 2018-19 en el Taller de Teatro de Jesuitinas Pamplona es La casa de Bernarda Alba, la afamadísima tragedia de Federico García Lorca. Son miles los talleres de teatro que la han representado, tanto profesionales como aficionados, e igualmente hay varias versiones televisivas y cinematográficas de ésta. Incluso existen versiones en dibujos animados y representaciones artísticas que hacen referencia a esta obra de teatro. Aquí tenéis muchos ejemplos:


Disponéis el guión de la obra en los siguientes vínculos:

Word (.doc)
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Ebook (.epub)

También se ofrece el documento de las escenas introductorias:

Adobe (.pdf)

Es posible que ambos escritos contengan alguna errata. Se revisará en el futuro.

Documental fotográfico

La casa de Bernarda Alba, es una obra de teatro que tiene como fin servir de documental fotográfico de los dramas femeninos de los pueblos de España en la época histórica en la que se escribieron: Alrededor de 1936. Una época convulsa en todos los aspectos: La sociedad estaba muy polarizada (en lo económico, geográfico, social y político), cuestión que se refleja en las clases sociales de los personajes de la obra. 

También, la profunda impronta católica-tradicionalista que tienen los personajes de la obra, ya que las misas se oficiaban en latín (y de espaldas a los feligreses) de manera general hasta el entrada la década de los 60 (en castellano en el 1964 y en euskera en 1959).

La Segunda República (1931-39) trajo consigo muchas reformas, y algunas de ellas, como pueden ser las misiones pedagógicas (con las que La Barraca llevaba teatro clásico a todos los pueblos de España) no eran acogidas con buenos ojos por los diferentes gobiernos de corte conservador que tuvo España. Tuvo lugar el bienio negro (CEDA) y surgieron levantamientos en Cataluña y Asturias. El comienzo de la Guerra Civil española, que derivó en muchas muertes de ambos bandos, entre ellas la del autor de nuestra obra, Federico García Lorca, de la que hablaremos en otra entrada dedicada a él. Pero aquí, nos centraremos en su particular obra.

Según el historiador Ian Gibson, "Lorca ha captado muy acertadamente en La casa de Bernarda Alba el espíritu del lugar: la viveza del habla de las gentes (...), los larguísimos lutos que enton­ces se llevaban, (...) la curiosidad de los lugareños por saber detalles de escándalos sexuales, (...) el espíritu caciquil de muchos terratenientes del lugar”.

Es importante recordar que el concepto de documental fotográfico hace referencia a los colores de la escena, blanco y negro, los colores de la fotografía más popular en aquel momento, ya que la primera fotografía moderna en color vino de la mano de Kodachrome en 1935 (2).


Los colores en Lorca

Es esencial añadir un pequeño subtema en la simbología de Lorca, y es que, a pesar de su intención documental, le acompaña un enorme y significativo colorido.

La blancura, el blanco de las paredes, las carnes pálidas de ellas, tan perfectas, tan puras, la limpieza y el aparentar por el qué dirán. Sin embargo, en el fondo, tan grises por dentro, tan apagadas. Destaca sobre ello las acotaciones, que el "blanquísimas paredes" inicial, en el que se respeta a la madre, se va convirtiendo en tonos "azulados" conforme avanza la tragedia, porque la compostura y la ostentación deja de ser tal.  Como dice la tradición latina, no basta que la mujer del César sea honesta; también tiene que parecerlo.

El negro, tan tradicional como impuesto, pañuelos, mantón, faldas y vestido de luto. Conformismo, signo de continuación de los valores. Dureza, crudeza, rigidez, compostura, son el blanco y el negro. Cualquier cosa que escape de estos dos colores previos, se ve en la obra como algo llamativo e irrespetuoso.

El vestido verde, color que se puede atribuir popularmente a la naturaleza y la juventud, en Lorca sirve como anuncio de muerte. Como en su poema Romance Sonámbulo, "verde carne, pelo verde, (...) Compadre, quiero morir decentemente en mi cama". Signo también de rebeldía, de ruptura con el blanco y el negro. Le recomienda una de las hermanas, teñirlo de negro.

Es también una ruptura el patrón florido (rojas y verdes) del abanico, el blanco del vestido de boda, del pelo (blanco como la nieve, espuma de ola) y los abalorios dorados y plateados de Mª Josefa, los camisones de las hermanas, el caballo garañón blanco llenando lo oscuro.

La naturaleza como símbolo

El saber popular siempre ha utilizado los animales y la naturaleza como comparación al hombre, como metáfora. En el caso de Lorca, tanto en los nombres, hace uso de ellos en instantes de la obra:

El caballo garañón: una bestia a dominar (como debe hacer Bernarda con Adela).
Un león: grande, violento y pasional.
Cara de hiena: reír y llorar como estos animales.
El roble: signo de fortaleza y vejez.
El agua: la pasión, el llevar a alguien a sentir que el agua fluye. Las hijas están sedientas de ello.
El río: la vida, que va a desembocar a la muerte, dejar que el agua corra es dejar la pasión pasar, dejar la vida pasar.
La tormenta: Acompaña los momentos en los que suceden malas acciones.
La sangre: El honor y la identidad. La pasión, la vida, que está en nosotros, que hierve y que, si se derrama, va al río, que es la muerte. La esencia de cada uno de nosotros.


La mujer frente al hombre

Hablar de Bernarda Alba es hablar indiscutiblemente de la mujer, de la pasión afectivo-sexual hacia el hombre, su relación de poder con éste y la libertad. Y es que Lorca realizó una creación única: Una obra escrita para ser representada tan solo por mujeres (aunque ocasionalmente ha tenido alguna representación con algún hombre en el elenco). Ésto puede resultar arbitrario, pero no lo es. De todas sus obras, es la que más enfrenta a la mujer (que es la protagonista, que sufre en sus carnes el destino trágico) y al hombre (relegado a un segundo plano, que es el desencadenante de la tragedia).

Ser hombre en una sociedad así era sinónimo de impunidad. Las infidelidades eran cubiertas para ellos por parte de toda la sociedad, se consideraban algo preferible de ocultar. Su honra era preservada por principio. Hay varias referencias de ello en la obra, cuando citan el caso de Adelaida (personaje citado):

Martirio.― (...) Su padre mató en Cuba al marido de primera mujer para casarse con ella. Luego aquí la abandonó y se fue con otra que tenía una hija y luego tuvo relaciones con esta muchacha, la madre de Adelaida, y se casó con ella después de haber muerto loca la segunda mujer.
Amelia.― Y ese infame, ¿por qué no está en la cárcel?
Martirio.― Porque los hombres se tapan unos a otros las cosas de esta índole y nadie es capaz de delatar.
También lo refleja la conversación que tienen las mujeres sobre los segadores, que vienen del campo, y contratan a una ramera:

La Poncia.― Ayer de mañana llegaron los segadores. (...) Anoche llegó al pueblo una mujer vestida de lentejuelas y que bailaba con un acordeón, y quince de ellos la contrataron para llevársela al olivar. Yo los vi de lejos. El que la contrataba era un muchacho de ojos verdes, apretado como una gavilla de trigo.
Amelia.― ¿Es eso cierto?
Adela.― ¡Pero es posible!
La Poncia.― Hace años vino otra de éstas y yo misma di dinero a mi hijo mayor para que fuera. Los hombres necesitan estas cosas.
Adela.― Se les perdona todo.
Amelia.― Nacer mujer es el mayor castigo.

También lo refleja así la conversación que tienen sobre Pepe El Romano, cuando ya estaba en relaciones con Adela:
Adela.― ¿Por eso ha salido detrás del duelo y estuvo mirando por el portón? (Pausa) Y ese hombre es capaz de...
Magdalena.― Es capaz de todo.
Tanto es así que muchas de ellas les tienen miedo, temor a su "fuerza superior" atribuida históricamente a los hombres:
Martirio.― Es preferible no ver a un hombre nunca. Desde niña les tuve miedo. Los veía en el corral uncir los bueyes y levantar los costales de trigo entre voces y zapatazos, y siempre tuve miedo de crecer por temor de encontrarme de pronto abrazada por ellos.

La mujer, según lo que reflejan las hijas en la obra, sirve al hombre.

Martirio.― (...) A ellos les importa la tierra, las yuntas y una perra sumisa que les dé de comer.

Sin embargo, esta realidad no es la única posible, cosa de la que da palabra La Poncia hablando de su marido:

La Poncia.― Luego se portó bien. En vez de darle por otra cosa, le dio por criar colorines hasta que murió. A vosotras, que sois solteras, os conviene saber de todos modos que el hombre a los quince días de boda deja la cama por la mesa, y luego la mesa por la tabernilla. Y la que no se conforma se pudre llorando en un rincón.
Amelia.― Tú te conformaste.
La Poncia.― ¡Yo pude con él!
Martirio.― ¿Es verdad que le pegaste algunas veces?
La Poncia.― Sí, y por poco lo dejo tuerto.
Magdalena.― ¡Así debían ser todas las mujeres!
La Poncia.― Yo tengo la escuela de tu madre. Un día me dijo no sé qué cosa y le maté todos los colorines con la mano del almirez. (Ríen)

Y ante la ausencia del hombre, son ellas las que ejercen de hombre, como Bernarda:
Bernarda.― (Levantándose furiosa) ¿Hay que decir las cosas dos veces? ¡Echadlo que se revuelque en los montones de paja! (Pausa, y como hablando con los gañanes.) Pues encerrad las potras en la cuadra, pero dejadlo libre, no sea que nos eche abajo las paredes. (Se dirige a la mesa y se sienta otra vez.) ¡Ay, qué vida!
Prudencia.― Bregando como un hombre.
Bernarda.― Así es.
La mujer era castigada, por vivir en impureza fuera del matrimonio, se le manchaba el honor. Era una deshonra tal, que se arriesgaba hacer morir a su propia descendencia. El castigo era morir apedreado (como hoy en día sigue sucediendo en ciertos países como Afganistán o Pakistán). Es tan crulento, que las propias mujeres son las que más violentan a la mujer:
Bernarda.― ¿Qué ocurre?
La Poncia.― La hija de la Librada, la soltera, tuvo un hijo no se sabe con quién.
Adela.― ¿Un hijo?
La Poncia.― Y para ocultar su vergüenza lo mató (...) La traen arrastrando por la calle abajo, (...) vienen los hombres corriendo, dando unas voces que estremecen los campos.
Bernarda.― Sí, que vengan todos con varas de olivo y mangos de azadones, que vengan todos para matarla.
 La casa como muro, prisión y límite

Las paredes blancas de la típica casa de campo andaluza, con un pozo, con muros gruesos. Es un elemento bastante importante en el teatro, ya que a través de esos muros escuchan al otro lado a los segadores, al caballo golpeando, los gritos pidiendo la muerte lapidada, los chismes del pueblo, la pasión de Adela y Pepe y cada hecho que ocurre en el pueblo.

Es un recurso poético casi contradictorio, como se le llamaría en la metáfora “paradoja” u “oxímoron”, pero la casa, siendo blanca (color de pureza), encuentra en Bernarda un terrible significado. Es una prisión oscura, de paredes blancas e imagen ejemplar, pero que encierra dolor, tristeza y amargura. Las hijas y Maria Josefa son las damnificadas de la trama, viven bajo una prisión metafórica.

Bernarda es la carcelera cruel, La Poncia y la criada son la guardia que trapichea los conocimientos de las gentes del pueblo, las hijas son las presidiarias que cumplen el castigo de nacer dónde han nacido. María Josefa es una presa peligrosa, que puede alborotar a las hijas, y busca la fuga desde dentro.

María Josefa: Me escapé porque me quiero casar, porque quiero casarme con un varón hermoso de la orilla del mar, ya que aquí los hombres huyen de las mujeres.
Bernarda: ¡Calle usted, madre!
María Josefa: No, no callo. No quiero ver a estas mujeres solteras, rabiando por la boda, haciéndose polvo el corazón, y yo me quiero ir a mi pueblo. ¡Bernarda, yo quiero un varón para casarme y tener alegría!
Bernarda: ¡Encerradla!
María Josefa: ¡Déjame salir, Bernarda!
Imagen relacionada
Indudablemente, las paredes oyen...


También es el límite de la libertad, del deseo, del hombre (que no entra a escena), una franja que convierte la casa en una auténtica prisión, por la que no se debe asomar nadie a la ventana. Es el antagonista físico de Adela, de la abuela y de las hermanas.

Los personajes presentes


Bernarda se llamaba Frasquita

Un elemento relevante a citar sobre la obra es que está basada en hechos reales. Y es que Bernarda existió en la realidad (como también sucede con otras obras de Lorca como Bodas de Sangre). Y era vecina de la casa de campo de Federico en Valderrubio, Frasquita Alba. Lorenzo López Lanza hablaba de ello en ABC en 1992 y en 2007 Javier Vallejo en El país.

Es importante citar esto, que lo asegura Ian Gibson: “en y alrededor de la casa de Bernarda Alba el poeta introdujo, además, numerosos detalles reales procedentes de la vida del pueblo”.

Bernarda, como personaje, está dotado de inteligencia y suspicacia. Es cruel, caciquista, "la mala", la fuerza impositiva, tradicional, violenta, dominadora. La ley y el orden de esa casa es ella. Por ello, el "Bernarda, cara de leoparda" de los versos de Mª Josefa: Son las cualidades que se le atribuyen a ese animal popularmente.

Ostenta el poder desde la pureza, la honra y el honor. Todo gesto de impostura es una deshonra.

Bernarda.― ¿Pero has tenido valor de echarte polvos en la cara? ¿Has tenido valor de lavarte la cara el día de la misa de tu padre?
            (...)
Bernarda.― Las mujeres en la iglesia no deben mirar más hombre que al oficiante, y a ése porque tiene faldas. Volver la cabeza es buscar el calor de la pana.

Su herramienta de poder y autoridad es el bastón (y cuando se lo roba Adela, pierde el poder) y su voz, imponiendo silencio.

Bernarda.― (Dando un golpe de bastón en el suelo) ¡Alabado sea Dios!
Todas.― (Santiguándose) Sea por siempre bendito y alabado.
Adela.― (Haciéndole frente.) ¡Aquí se acabaron las voces de presidio! (Adela arrebata un bastón a su madre y lo parte en dos.) Esto hago yo con la vara de la dominadora. No dé usted un paso más. ¡En mí no manda nadie más que Pepe!
Bernarda.― Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! (A otra hija.) ¡A callar he dicho! (A otra hija.) Las lágrimas cuando estés sola. ¡Nos hundiremos todas en un mar de luto! Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!
La Poncia es poderosa, conoce y sabe de todo y de todos, pero… Calla. Como el mismísimo Poncio Pilatos, un pequeño retrato bíblico de Lorca. Y es que ella, ante los acontecimientos que suceden en la casa tan solo insinúa. No quiere hacer abrir los ojos a Bernarda. Las consecuencias de ser cómplice es que la tragedia evitable, se vuelve inevitable.


Las hijas, reflejo de sus tías y de sus nombres

Las hijas de Bernarda, como todos los personajes de Lorca, tienen un sino marcado. Es una recurrencia histórica que nadie puede evitar, concepto que definió la filosofía clásica y hegeliana1 para concluir que “la historia se repite” o el “eterno retorno”. Lo comentan las mujeres en una ocasión.

Martirio.― No, pero las cosas se repiten. Y veo que todo es una terrible repetición. Y ella tiene el mismo sino de su madre y de su abuela, mujeres las dos del que la engendró.

Son un precioso retrato de sus nombres, casi a modo de prosografía:

  • Angustias: Es lo que su nombre indica, pero realmente angustia de desazón, de malestar, de tribulación, pesar, tormento, ansiedad, pesadumbre… La pesadumbre de la edad.
  • Magdalena: Como la expresión popular católica de “llorar como una magdalena” (María Magdalena conoció a Jesús llorando y le lavó los pies), llora, más por ser una pusilánime, (una blandengue, una “moñas” interesada, como se diría hoy en día), que porque realmente le importe lo que ocurra.
  • Amelia: Es un nombre germánico, la protectora del trabajo, pero en esta obra tiene un significado diferente. Según algunos investigadores, significa sin miel. Pero yo, sin embargo, creo que significa lo contrario: Amelia intenta ablandar las situaciones, por tanto, sería una melosa, tanto con su madre como con sus hermanas. 
  • Martirio: Acabada, envenenada, es un martirio para el resto de la casa. En el interior, el deseo de Adela le trae más parte de esa amargura. Es la envidia a sus hermanas, la admisión del castigo, altanería por carácter. Es desdichada y fea.
  • Adela: Nuestra protagonista, del inglés antiguo athel/ethel, significa "nobleza", un soplo de aire en esta oscuridad, un espíritu con fuerza, fuego interior, pasión. La nobleza, como ocurre en tragedias clásicas, implica tragedia, como Hamlet, Antígona o Edipo rey.

Analizaremos los papeles de cada una de las hermanas, desde la más joven a la más mayor. Y esto no es baladí: Es importantísimo en la trama, de cara a distinguir las facetas personales de cada personaje. Y es que la pasión, el corazón y el físico que tienen cada una de ellas, se va pudriendo a lo largo de los años (como a Doña Rosita la soltera en la obra homónima de Federico).


Adela (20 años), nuestra protagonista

Adela es una ruptura constante en esta obra. Y el antagonista no deja de ser la imposición de su madre, que es el reflejo de la sociedad y de la infidelidad que comete Pepe el Romano con su hermana. Es la menor de las hermanas, lozana, joven, enamorada de Pepe el Romano, es el objeto de su deseo, mientras que Angustias, es tan solo deseada por su patrimonio.

El vestido verde que ella usa rompe con osadía la tradición, del modo que (aunque no presente en la obra) lo hace al tener relaciones con Pepe el Romano, es una situación que le hace sentirse fuerte, poderosa. Pasa de ser miedosa a tener poder:

Adela: (...) a un caballo encabritado soy capaz de poner de rodillas con la fuerza de mi dedo meñique.

Adela es un personaje que, aunque es liberador del yugo de su madre y de los valores, no es feminista, no deja de ser "dependiente" del hombre:

Adela: (...) ¡En mí no manda nadie más que Pepe!

Y todo ello por la pasión, la sangre. El amor como clavo que pincha en la rueca.

Martirio (24 años), la chispa que inicia la tragedia

Martirio.- (...) Dios me ha hecho débil y fea y los ha apartado definitivamente de mí.
Martirio es la envidia. Es la hermana envenenada por la fealdad. Ha de reconocer que también está enamorada de Pepe, y le molesta que no pueda ser para ella. El resto de las hermanas no la tienen en cuenta como "pretendienta":
Magdalena.― Pepe el Romano tiene veinticinco años y es el mejor tipo de todos estos contornos. Lo natural sería que te pretendiera a ti, Amelia, o a nuestra Adela, que tiene veinte años, pero no que venga a buscar lo más oscuro de esta casa, a una mujer que, como su padre habla con la nariz.
Intenta envenenar cada situación que sucede con sus hermanas, con su madre o con las criadas. Amargamente, también está desagradada por el episodio con Humanes, ya que su madre no le dejó casar con él. No predica en la obra ni un solo comentario de bondad.

Amelia (27 años)

En mi opinión, total y absolutamente subjetiva, pienso que Amelia es un personaje poco explotado en el texto de Lorca. Claro que, según varios investigadores, Lorca deseaba realizar ediciones al texto una vez publicado, para corregir ciertos nombres y denominaciones, y agregar texto.

Endulza las situaciones, quiere romper con la seriedad y el carácter seco de la obra. La bondad y, en cierto modo, la inocencia. Es la que ofrece el abanico colorido, es quién le aconseja a Adela que tiña el vestido, la que quita peso a las discusiones, opta siempre por la mejor solución para todas.

Magdalena (30 años)

Se deja hacer. No le importa nada, tiene asumido su destino, no quiere ni siente ser protagonista, de un modo melodramático. En el llanto es sincera. Y clara. E incluso, va con una cierta inquina. Un cierto veneno, que es al que todas les posee. Actúa ocasionalmente de controladora de hermana mayor, en ausencia de Angustias.

Es justa, y ha asumido su destino. Lo asume más que sus hermanas, teniendo en cuenta que ella es mayor que Adela, Martirio y Adela, es normal. Ya ha asumido que no tendrá hombre.

Angustias (34 años)

Está alejada del resto de la familia. Con respecto a las hermanas, recibe mucha más herencia que las demás, lo que le provoca atraer a Pepe El Romano, y el enfado de Bernarda. En múltiples ocasiones, es un reflejo claro de su madre.

Es una hermana desagradable, seca, yerma, poco agraciada, que además, tiene un tono de habla desagradable. En el fondo, sabe que Pepe le oculta su relación con Adela, pero no lo quiere saber. Prefiere no pensar en ello.


María Josefa, la Tiresias de esta trama

Es un personaje que ha perdido el norte. Loca, pero racional, prevé lo que va a suceder, del mismo modo que Tiresias hacía en Edipo Rey. Usa el verso, usa canciones y episodios como el del cordero para anunciar eventos. Es el evento "surrealista" en la trama realista.



Las criadas, el oráculo que todo lo ve

En cierto modo tanto La Poncia como el resto de las criadas, tienen en su mano ser solucionadoras del problema, ya que saben todo de todo el mundo. Pero no abren la boca, por inacción, para dejar el río correr solo, también, porque en el fondo, ese no es su problema.

La fatalidad 

La fatalidad es determinante en esta obra. Nadie escapa en las tragedias a un destino fatal. Todos saben lo que va a suceder antes de que acabe, pero esperamos pacientemente a la Catarsis.  Según la RAE. la catarsis es la purificación de las pasiones del ánimo mediante las emociones que provoca la contemplación de una situación trágica.

Es trágico estar enamorado de la misma persona que tu hermana, es trágico amarle en un mundo de tiranía impuesta, es trágico que la sangre pueda más que la rama verde, es trágico no poder vivir en libertad, es trágico el yugo impuesto a las mujeres desde tiempos inmemoriales, todo se tiñe de este tono trágico y, realmente, documental.

Paralelismos continuos

Encontramos bastantes paralelismos con obras clásicas de Calderón de la Barca, Cervantes, la Casa de Muñecas de H. Ibsen, Doña Perfecta de B. Pérez Galdós y con La Malquerida de Jacinto Benavente, Como agua para chocolate de Laura Esquivel, sería bastante importante en Selectividad, hacer un pequeño inciso en este detalle, ya que puede ser la diferencia entre una nota mediocre y una nota más alta.


Conclusión

Lorca, gracias a lo anteriormente citado, se ha convertido en un autor que forma parte del repertorio clásico teatral nacional e internacional.

Para quién quiera ver un breve resumen, unas chicas muy majas (Laia Comallonga, Cris Iglesias, Eva Garcia, Ares Laborda y Paula Gambus) hicieron un videomontaje que es muy práctico para entender a grandes rasgos los símbolos y el relato de García Lorca:




Como conclusión y resumen completo, tenemos este coloquio de versión española, en el que habla una reputada filósofa llamada Amelia Valcárcel.

 

Bibliografía

RAE

Wikipedia

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1 Hegel caló hondo entre los intelectuales de la Generación del 27, tanto a Lorca como a Machado, cosa que interesará a los lectores ya que ambos tres autores entran directa o indirectamente en la Selectividad-PAU.
2 Existía la fotografía en color en realidad desde 1861, pero era muy básica y no captaba todos los colores cromáticos. Recordamos que la primera fotografía (bastante precaria también) es de 1826, y posteriormente el daguerrotipo y el calotipo.

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